Alimentó mi ombligo
Lo sabía hacer bien...
El día le daba las gracias
Eran fuertes sus ganas...
Las tardes en compañía
Las convertía en momentos imprescindibles
Su certeza daba paz
Su amor constante... Equilibrio
Su anarquía el grado de locura necesario
Para relajar los músculos... Y creer
Su disciplina me regaló la mía
Y sus paseos mis silencios...
Sabía dar...
Eso le hacía tan grande...
Y yo daría lo que fuese
Los zócalos del pasillo
Las alfombras
Los zapatos destrozados
El salón...
Trocitos de mi tiempo
Y las hojas...
Las esquinas de mi pecho
Mi arena en los bolsillos
Mis reservas...
Por tenerla entre mis brazos un segundo
Y convertir la caricia... En eternidad.
Mamá... ¿Qué te pasa.? Te noto triste... Estás llorando ¿Por qué no me miras?
Y como no, el tiempo hace...
Alguien dijo una vez que venimos a este mundo a aprender... Quizás ellos no vivan tanto como los humanos porque no necesitan tanto tiempo para llegar a ese grado de sabiduría.
Pequeños ciclos de vida... En una vida.
Las mentes más profundas de todos los tiempos han sentido compasión por los animales.
Friedrich Nietszche
No hay comentarios:
Publicar un comentario